Por décadas, las personas han admirado el modelo social de Europa. Sin embargo, irónicamente ese modelo social se ha divorciado y Europa se ha vuelto a casar: con la desregulación y la austeridad. Hablamos de progresar sobre la pobreza y la desigualdad en América Latina, pero todavía están profundamente instaladas las estructuras de poder desiguales que continúan concentrando la riqueza y el poder en manos de unos pocos.
El financiamiento climático es una de las dimensiones en las que también debiéramos detenernos. En la COP20, fue unánime el pedido a los gobiernos de los países industrializados, para adoptar compromisos concretos de incremento de sus aportes al fondo del financiamiento climático.
En las últimas décadas, América Latina y el Perú en particular, hemos sido testigos del crecimiento acelerado de las industrias extractivas, en particular minería. En Perú, las concesiones mineras crecieron del 7% en 2005 a 22% del territorio nacional en junio de 2014.
La ONU, en un loable esfuerzo por no repetir la experiencia de formulación de los ODM, donde la participación ciudadana estuvo prácticamente ausente, lanzó en 2012 un proceso de consulta y participación de la ciudadanía que, a pesar de las buenas intenciones, aún tiene enormes limitaciones